lunes, 23 de noviembre de 2009

Flechazo

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Me despierta la alarma del móvil. Lanzo una somnolienta mano en busca de la mesilla para apagarlo y descubro que no hay mesilla. He vuelto a dormir en el sofá. Y vestido, por supuesto. Si dormir en el sofá vestido con la ropa de ayer no es muy cómodo no quiero deciros nada si tu atuendo habitual incluye un cinturón de tachuelas. Me toco un pie con el otro y compruebo que al menos tuve la decencia de descalzarme anoche antes de tumbarme a agonizar. Me huelo que me le enganché fina anoche, me duele hasta el pelo. La alarma del móvil sigue sonando y no tengo ni idea de donde cojones está el puto cacharro. Meto la mano debajo de la manta y lo busco perezosamente. Aparto unos cojines y mi mano topa con algo duro y frío. No es el móvil, no sé lo que es y muy intrigado lo agarro y no sin esfuerzo lo saco de debajo de la manta. Me gustaría haberme visto la cara que he puesto cuando he comprobado lo que tenía en la mano. Un cono de señalizar el tráfico. Naranja, verde y grande. Hecho en Pamplona. He pasado la noche con él. Empiezo a recordar. Lo nuestro fue un flechazo. Vale que me lo encontré en la calle pero enseguida le cogí cariño y después de pasearlo por el bar (tengo que decir que un colega, Johny también venia conmigo y también llevaba otro cono, yo no era el único tonto del cono en el bar) y usarlo como megáfono, como sombrero y como polla gigante decidí llevarlo conmigo y unos colegas a la nueva casa de Jhonny a tomar la última. Allí el cono se quedo en un rincón, es algo tímido y no conocía a casi nadie, el cono de Johny se había ido con otra gente y yo estaba bastante pedo contando sandeces en medio del salón. No tardé en darme cuenta de que parecía aburrirse y tenía pinta de cansado. Decidí que ya era hora de que nos largásemos de allí. Me despedí de los colegas, bajé con mi cono en el ascensor hasta el portal y nos fuimos juntos de la mano. Johny vive cerca de mi casa y la puerta de su garaje da directamente a mi calle. Cuando está abierta. Cuando está cerrada a pesar de ver tu casa a treinta metros tienes que darte la vuelta y peregrinar rodeando toda una manzana. Ni de coña. La verja no parecía más grande que el pedo que llevaba. En ese momento pienso si no será momento de despedirme del cono antes de ponerme a hacer el mono. Me asalta la culpa y decido que si hemos llegado juntos hasta aquí merece la pena intentarlo juntos. Lo agarro y con cuidado lo lanzo sobre la verja calculando las probabilidades de desnucar a alguien con un cono de señalizar el tráfico a las cinco de la mañana. Lo escucho caer sin montar demasiado estruendo, nadie grita. Ahora me toca a mí. Esa verja no es obstáculo para cualquier borrachín acostumbrado a olvidarse las llaves en casa. En un pispas estoy de nuevo junto al cono y por fin podemos irnos directos a casa. Del resto solo recuerdo que una vez en casita le dejé en el sofá mientras yo iba a ponerme algo más cómodo y que al volver me tumbé junto a él. Ahí se me empieza a nublar la memoria pues al tumbarme todo me empezó a dar vueltas, el vodka me mostró su verdadera cara y me sobrevino la oscuridad hasta que el móvil ha empezado a sonar hace un momento. La alarma ya se ha aburrido de sonar pero sé que en breve empezara otra y luego otra. Me las pongo cada dos minutos no sé por qué razón. Decido levantarme de una vez del sofá y al ponerme de pie le doy una patada al móvil, lo he encontrado. Compruebo la hora, las diez y veintidós de la mañana, entro a currar a las once. El cono se queda en el sofá mientras yo me doy otra de mis duchas rápidas. Me preparo un café frío y me siento a bebérmelo en el salón acompañándolo con un Espidifen. El cono sigue ahí y no parece dispuesto a irse. Me conozco y por mí se podría quedar en casa toda una vida, de hecho me hace gracia tener un cono de señalizar el tráfico en el salón. Pero dentro de una semana vienen mis padres a pasar unos días y aunque son bastante abiertos no creo que entendiesen lo nuestro. Esto tiene que acabar pero soy un sentimental y me da pena dejarlo tirado en la calle. Durante un segundo mi cerebro alberga la posibilidad de esconderlo en el maletero del coche durante la estancia de mis padres. Durante los siguientes tres segundos mi cerebro solo alberga la certeza de que debo ser el tipo más tonto del planeta. Me tengo que deshacer de él sí o sí pero me da vergüenza que me vea alguien salir de casa a las once de la mañana acompañado por un cono naranja, verde y grande. Será mejor que lo deje en casa tranquilo todo el día y que esta noche al salir de currar y amparado en la oscuridad me despida de él y lo deje en medio de la calle. Sé que es lo mejor para los dos pero siento una punzada de celos al saber que mi cono se irá con el primer borracho que pase.
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Últimas noticias, dios existe. Tengo una entrada para el concierto de Muse en Barcelona!!
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martes, 17 de noviembre de 2009

Prórroga

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Soy tan guay que estoy escribiendo esto con la capucha puesta en casa, en fin…….Lo que quería contaros es que ahora que me quedaban apenas seis días de contrato tengo muchas probabilidades de que me renueven hasta el siete de enero. Es lo que tiene ser buen currante y ser un gran fotógrafo sin abuela (perdóname abuela pero la literatura es lo que tiene). Mi jefe me ha preguntado si me interesaría seguir currando y obviamente le he dicho que si, no están las cosas como para decirle que no a alguien que te ofrece trabajar. No es seguro pues todo depende de que los jefes supremos acepten la propuesta de mi jefe y me den un poco más de bola. Sinceramente lo deseo con todas mis fuerzas pues ya me estaba dando mucha pena penita pena tener que despedirme de los compis y olvidarme del rollito que se respira trabajando en un parque de atracciones y viviendo solito en la playa. Por otro lado no tengo ninguna prisa en volver al pueblo de los locos para pasarme el día entero pelándomela en el sótano y acabar cantando clavelitos en el bar sin nombre. No todo son alegrías pues si finalmente todo sale como deseo es muy probable que me pase las navidades haciéndole fotos a Papa Noel. No tengo nada contra Papa Noel ni contra la navidad pero sí contra el uniforme oficial del fotógrafo en navidad. Ya os avisaré para que vengáis a Polonia a reíros de mí porque para no desentonar con la ambientación navideña creo que me toca vestirme de duende!! Si, si, mallas verdes, calzas de colores, un jubón y un sombrero de bufón!! Todo el puto día así, no solo tengo que hacer mi trabajo vestido de gilipuertas sino que a la hora de ir a comer a la cafetería de personal también tendré que ir marcando paquete. El pitorreo va a ser de aupa aunque a lo mejor tengo suerte y me termino enrollando con un elfo. Por otro lado está el tema de pasarse las navidades a 616 kilómetros de tu casa. Creo que será la primera vez que no aparezca por casa de los viejos ni un solo día en tan señaladas fechas. De todas formas mi supuesta melancolía es solo una pose pues no soy nada familiar ni hogareño, lo que soy es raro y cuanto más extraño es el ambiente más suelto me siento. Con suerte me pasaré las navidades solipandi. No me preocupa mucho pues en estos meses me ha dado tiempo a buscarme una familia adoptiva igual de desarraigada que yo, mis compis del curro y mis yonkis del bar. Según me ha dicho mi jefe me tocaría currar el 24, el 25, el 31 y el puto 1 de enero. Casi toda mi nueva familia currará también en esas fechas así que por solidaridad obrera nos emborracharemos juntos toda la noche hasta diez minutos antes de fichar. Solo lo siento por los niños que se acerquen al parque en año nuevo a pedir sus regalos. Su inocencia infantil pasará a mejor vida cuando vean a un Papa Noel calentorro que intenta ligar con sus madres y a un duende borracho, colocao y posiblemente empalmao……
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jueves, 12 de noviembre de 2009

Stolichnaya

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Oficialmente soy alumno de la Uned. Me he matriculado en un curso de Lengua Rusa. Mi motivación a la hora de elegir dicho idioma no tiene nada que ver con la perfección matemática de las piernas de las rusas sino con la certeza de que una ingente cantidad de rusos con dinero vienen a nuestro país a gastárselo. No estoy pensando en dar un braguetazo, más que nada porque tengo espejos en casa, sino en poder meter el pie en algún curro emergente en el que además de hablar ingles se requiera farfullar un poco de ruso. Mis otras opciones eran el chino y el árabe por las mismas razones pero creo que el ruso es más cercano a nuestra lengua y podré aprender más en menos tiempo. Eso si me aplico, porque si ya me costaba ponerme a estudiar cuando tenia maestros y padres encima de mí no se que va a pasar ahora que soy mi único tutor. Bueno, si sé lo que va a pasar, que me tocaré las pelotas dejando cada día todo para mañana, que me pasaré en vela la última noche antes del examen y que con mucha suerte sacaré un cinco. Lo mismo que pasaba cuando tenía maestros y padres encima. Lo mismo que va a pasar siempre. Al menos ahora ya lo sé, he perdido demasiado tiempo pensando que eso se podía cambiar pero dejando para mañana el cambio. Como dice uno de los dichos más tontos que he escuchado nunca: si no hay solución no hay problema. La solución a mi pereza vital (“procastinación” dicen que se llama, “vaguería” lo llama mi querida secretaría) no la he encontrado hasta ahora y ni siquiera sé si no la hay, o no la he buscado lo suficiente o solo he pensado en buscarla sin ponerme nunca a ello. ¿Os habéis perdido? Yo un poco. La cosa es que una vez más tengo la oportunidad de tomarme algo en serio. De esforzarme en algo más que en encontrar camello. En una esquina del ring está el campeón mundial, mi pereza vital. En la otra esquina está el eterno aspirante, mi orgullo. Las apuestas están veinte a uno.
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lunes, 9 de noviembre de 2009

Tribulaciones de un fumeta

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Estoy acabando de liarme un canuto. Está casi hecho, solo me queda apretar un poco el tabaco para compactarlo. Meto el marrón del cigarro por el extremo abierto del peta, aplasto un poco el tabaco, lo aplasto un poco más y……mierda, la boquilla se sale por el otro extremo y el porro se deslía, mi saliva ya no es la que era. El papel usado es inservible y me toca liármelo otra vez con otro papel. Con toda la desgana del mundo vuelvo a empezar, lo lío un poco, coloco la boquilla y cuando voy a chupar la pega golpeo sin querer con un dedo el peta y me quedo con el papel en la mano mientras toooodo el relleno cae sobre la mesa. Mierda, mierda y mierda, el destino no quiere que me fume este porro. Al destino le pueden dar mucho por culo así que pacientemente recojo el relleno y lo vuelvo a liar con todo el cuidado que me permite mi ansia. Listo, el peta está liado. Le quito de un bocao el capuchón de papel del final y lo enciendo saboreando esa primera calada. Esa primera calada me sabe a cenicero. Empiezo a sospechar. Le doy otra para asegurarme y comienzo a ser consciente de mi error fatal. No me lo quiero creer así que le doy una tercera calada que igualmente sabe a demonios. Miro la china de costo. Me queda tan poco que es fácilmente apreciable que la china tiene la misma forma y volumen que antes de hacerme el peta. Soy un empanao y un cagaprisas, no le he echado chocolate al peta. Saborear tabacazo liado en un papel sin filtro cuando esperas saborear un canutazo es harto desagradable. El destino lo sabía, ese peta no valía. Si fuese cualquier otra cosa desistiría de volver a intentarlo pero es mi porro de antes de dormir y con eso no se juega. Dejo el porro placebo en el cenicero y empiezo a hacerme otro teniendo cuidado de echarle bastante costo. Me lo lío sin quitarle un ojo de encima, le doy tres caladas y por fin noto ese saborcillo conocido. Estoy feliz y relajado pero tanta caladita y la tensión liberada hacen que me dé un apretón salvaje así que dejo el peta en el cenicero y me voy al baño a despedirme de mi amigo el negro. Vuelvo del tigre todo contento porque tengo un peta esperándome y cuando voy a cogerlo veo en el cenicero dos petas apagados, idénticos. La memoria a corto plazo no es lo que mejor le carbura a un fumeta y no me acuerdo de cual es el bueno y cual el placebo. Me cago en todos los santos de los que me acuerdo, cojo los dos petas, me acerco sus cenizas a la nariz, doy un respingo de asco y me cago en todos los santos que se me habían olvidado antes. Imposible saber por el olfato cual me va a dar arcadas y cual falsa paz. Me toca jugar a la ruleta afgana. Después de analizar ambos porros, con la atención de un artificiero mirando cables de colores, me enciendo por fin uno de ellos y como ya se sabe que afortunado en el juego desafortunado en amores enseguida noto ese aroma barriobajero que me acompaña desde chico. No fuméis porros. O por lo menos dejad de fumarlos cuando cumpláis los treinta.
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El de la foto de arriba es Miki, ya era hora de que le conocieseis (dos de vosotros ya le conocéis, gracias otra vez por venir a verme chicos). Miki es mi camarero, Dj, relaciones públicas, padre adoptivo, esposo, compañero, amigo de La Pineda de Salou. Sin Miki este verano hubiese sido muy distinto, mucho peor. Una canción de Hombres G nos presentó, una de Julio Iglesias nos unió para siempre y todavía nos quedan un millón de canciones para amarnos a las siete de la mañana. A Miki le tengo muy abandonado últimamente y me siento culpable. No doy señales de vida y eso no ayuda a mantener viva la llama. A lo mejor hasta piensa que le estoy siendo infiel con otro. Si estás leyendo esto cariño que sepas que solo me veo con el sofá y la angustia y que de hoy no pasa que vaya a hacerte una visita al Berlín. Prepárate.
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