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En otro orden de cosas me han robado un tapacubos por no hacer caso a mi padre. Ahora que tenemos garaje mi padre insiste en que meta el coche por las noches pero mi pereza y yo insistimos en que no hace falta, que no pasa nada por dejarlo fuera. Hasta ahora y además del tapacubos robado me han rayado el coche de lado a lado y a ambos lados, me han estrellado un saco de arena contra la luna (que me toco quitar a puñados todo borracho pues aquel día no había cogido el coche y descubrí el pastel a las siete de la mañana cuando volvía de juerga), me han escrito “ lávalo guarro” un par de veces y otra vez me escribieron algo que parecía rumano. Además y gracias a las suaves heladas que han caído este año más de un día me tocó poner el coche al baño maría para quitar el hielo. Hoy lo he vuelto a dejar fuera. Las dos puertas y cuatro cerraduras para abrir y cerrar el garaje me echan para atrás. Cualquier día tenemos una desgracia, hace unos días apareció un camión quemado en mi calle, a cincuenta metros de mi pequeño Clio. Me lo he pensado mejor, voy a guardarlo.
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