No podemos decir que no nos había avisado. Nos hartamos de oírla cantar que todo el mundo intentaba convencerla para que fuera a rehabilitación y que ella les decía que no, que no y que no. No pretendo ir de visionario a toro pasado pero recuerdo alguna conversación de bar acerca de esta borrachuza con voz de negra en la que intenté defender la absurda teoría de que esta tipa llevaba la vida que llevaba porque pretendía morir pronto como los grandes y convertirse en mito. El viejo mantra rockanrolero de vive deprisa, muere joven y deja un bonito cadáver. Amy lo ha clavado. Ha muerto a los veintisiete años. Con la misma edad que murieron Jim Morrison, Janis Joplin, Jimmy Hendrix y Kurt Cobain. Menuda fiesta se deben de estar pegando los cinco en un garito del infierno ahora mismo. Ahondando un poco más en mi teoría estoy seguro de que en los próximos años veremos muchas camisetas serigrafiadas con la jeta de esta choni talentosa. Nos ha dejado un par de discos, un look que ha creado tendencia y un montón de actuaciones bochornosas que harían sentir vergüenza ajena a Sid Vicious.
A mí me gustaba mucho Amy Winehouse. He conducido infinidad de kilómetros acompañado solo de su voz rasgada y me he animado muchas mañanas escuchando la canción que os voy a poner ahora. Nos has dejado con ganas de más. Y creo que eso es precisamente lo que querías. Te voy a echar de menos tía, aunque no tanto como los camellos de Londres. Desfasa en paz Amy.
Lo dicho, esta canción es mi preferida para levantarte y sonreirle a la vida aunque ella no te sonría. Las lágrimas se secan solas.
Tears dry on their own way