martes, 1 de diciembre de 2009

Cicely

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Según un estudio realizado por la prestigiosa agencia BDBB (borrachos divagando en el bar Berlín) La población de La Pineda de Salou no supera los 500 lapinedianos o lapinedienses, y eso tirando muy por lo alto. Un pueblo, una aldeucha de un kilómetro de largo por quinientos metros de ancho formada por unos cien bloques de apartamentos, cada uno de ellos habitado por cuatro o cinco personas. Durante el verano en la playa hay más gente que en la guerra y ahora tocamos a una hectárea de arena por persona. Todos los días veo a la misma gente: el del locutorio, el del súper, el del kiosko, el Miki. La verdad es que no hay gran cosa que hacer aquí aparte de pasear, comer chipirones, merendar tortitas o cenar Guinness. Hay datos estremecedores. La agencia BDBB contabilizó anoche un total de más de tres horas sin ver pasar una sola mujer, ni a lo lejos. Se respira un ambientazo digno de una estación petrolífera del mar de Bering, miedo me da que acabemos dándonos por culo unos a otros.
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Qué suerte, ha habido cambio de planes y me he librado de ir vestido de duende en el curro. Voy vestido de bufón. Medias blancas y rojas, pantalón bombacho rojo, jubón blanco con cinturón bien gordo por encima, pompones rojos en torno al cuello y gorro rojo con pompón. Lo que os estáis perdiendo. Soy el ayudante de Papá Noel pero teniendo en cuenta mi barba de tres dias y mis pendientes más bien parezco un perroflauta de la Tierra Media. Vivo con Papá Noel en su casa, que está situada al final de "El Bosque Encantado", una especie de pasaje del terror de la ilusión y la magia, en vez de zombis hay hadas, brujas buenas, duendes, magos, buhos, etc... Los niños y mayores llegan a casa de Papá Noel, le dejan sus cartas y le responden "sí" cuando él les pregunta si han sido buenos. Mientras, yo hago un par de fotos de tan tierna escena y me peleo con los padres de los niños para que ellos no se la hagan también. Es difícil convencerles pues mi autendo no ayuda a ejercer ninguna autoridad. Como parte positiva diré que me inflo a caramelos (de los que son de gominola) y que me parto con los niños y sus dialogos con ese viejo gordito con cara de borrachín. También he disfrutado de la refrescante lectura de algunas de las cartas que dejan los niños. Espero que nadie vea en esto una profanación porque (los lectores de este blog menores de diez años por favor no sigáis leyendo) al fin y al cabo si no me las leo yo no se las va a leer nadie. Leer una de esas cartas enternecería hasta al Doctor Mengele. Los niños son la monda, un crío que apenas sabía escribir todavía pero que tenía las cosas muy claras pedía una caja registradora...
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Hacer el payaso vestido de bufón no tiene precio...

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4 comentarios:

jmarior dijo...

No hace falta que envíes globos sonda, alguien te lle

Lo que parece es que tienen morriña de volver a tu Madrid.

Anónimo dijo...

Cicely, Alaska....yo seria muy feliz en un lugar asi. Y si nos quieres hacer felices a los que te leemos, pon una foto del bufón!!!!

Anónimo dijo...

Espero verte vestido de bufón el próximo puente de diciembre, no me lo puedo perder...

Maria dijo...

No, tu atuendo no ayuda a ejercer ninguna autoridad pero, en tu defensa, te diré que estás muy gracioso.

Escribes bien...
voy a seguir leyendo, ;)