Ánimo

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Solo puede quedar uno y a mí me encanta ser el último en acostarme. Mi casa es pequeña pero muy práctica. Mientras yo golpeo las teclas del ordenata, como último recurso para no desmayarme, cinco amigos duermen la mona repartidos entre las camas y el sofá. Aunque ellos roncan a pierna suelta mientras yo sigo delante de la pantalla con la mirada de las mil leguas y manteniendo conversaciones conmigo mismo no me dan ninguna envidia. Ellos se levantaran dentro de cuatro horas para empezar el año currando pero yo tengo el día libre. Ole, ole y ole. Desde este rincón privilegiado diviso catorce botellas vacías y ninguna es de Cocacola. El suelo del salón está cubierto de confetti, guirnaldas y matasuegras, en los ceniceros no cabe una colilla más y para no desentonar con el panorama yo estoy escribiendo esto con un antifaz de cartón sobre la jeta. El dolor de breva que voy a tener tomorrow va a ser directamente proporcional a la castaña que me he enganchado tonight. He bailado mucho, he cantado más aún, lo he dado todo con mi guitarra imaginaria, he pinchado todas las canciones que quería pinchar, he hecho fotos, he grabado videos, he meado 5879873 veces, he echado de menos a mucha gente, me he bebido hasta las copas de los árboles y he tomado de todo menos decisiones. Nada nuevo bajo el sol, nunca es lo mismo pero siempre es igual. Me gustaría creerme la milonga del nuevo año que empieza y tal y tal pero tras años de intentonas fallidas y de primeros días del resto de mi vida que se convirtieron en otro día más ahora tengo bien clarito que ayer fue viernes y hoy es sábado. Y ya está. El calendario es un papel lleno de recuadros en blanco. Solo tú puedes pintar esos recuadros con mil colores. Ánimo.

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