kkkk
He vuelto a soñar que se acababa el mundo. Como siempre que sueño con tan alegre panorama yo no tenía ni puta idea de que forma iba a tomar el armagedón pero sabía que estaba al caer. Apenas unas horas o días y todo se iría al carajo. Casi nunca me acuerdo de lo que sueño básicamente porque en vez de beberme un vasito de leche antes de dormir yo me fumo un peta. De pequeño en mis pesadillas siempre aparecían millones de alfileres o habitaciones que crecían alrededor de mi cama hasta que perdía de vista el techo y las paredes y me veía a mi mismo como un minúsculo organismo en pijama metido en una cama minúscula con sus minúsculas sábanas de franela. Ahora mis peores pesadillas son sueños de vidas mejores que se volatilizan con el bip bip bip de la alarma del móvil. Cuando eso ocurre me cuesta horrores salir de la cama y me quedo tirado un buen rato, sintiéndome como Charlton Heston en la secuencia final de “El Planeta de los Simios”. Cuando sueño que se acaba el mundo no es la idea de desaparecer la que me acongoja. Es el hecho de tener que despedirme de cierta gente. Normalmente opto por lo fácil y me meto en un agujero a esperar el juicio final, evitando así que se me parta el corazón al tener que ver por última vez a alguien. Otras veces me siento más valiente y me paso el sueño corriendo de un lado a otro buscando a la gente a la que quiero para recordarles que han sido lo mejor de mi vida. Nunca encuentro a quien busco pero una vez encontré a alguien que me buscaba a mí para decirme que yo había sido lo mejor de su vida. Yo no sabia quien era esa persona pero como hasta en mis sueños soy un poco tonto me hice el sueco y le dije que yo sentía lo mismo. Luego resultó que no se acababa el mundo y me pasé el resto de la vida junto alguien a quien no conocía hasta que sonó el despertador. El fin del mundo de hoy ha sido distinto por la sencilla razón de que no había de quien despedirse. En mi sueño solo estábamos yo mismo y un planeta a punto de petar. Yo era el único habitante de este mundo, aspecto este que explica sin duda el hecho de que todo se estuviera yendo a la mierda. Estaba solo. No tenia sentido esconderse y mucho menos buscar a nadie. Eso era lo terrorífico. Todo se acababa y no había nada que hacer hasta que eso ocurriera. No había nada de lo que arrepentirse, nada que arreglar a última hora, nadie a quien pedir perdón, nadie a quien perdonar, nadie con quien echar un polvo, nadie a quien confesarle un amor escondido durante años, nadie a quien abrazar mientras todo se esfumaba. No sé si sueño estas cosas por ser tan egocéntrico o por comerme una pizza cuatro quesos a las tres de la mañana, solo sé que cuando he escuchado el bip bip bip de la alarma me han entrado ganas de salir a abrazar a todo el mundo pero se me han pasado enseguida.
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1 comentario:
Joder, Miguel, me quedo loca, hasta tus sueños son literarios... Los míos deben ser tan normales que ni me acuerdo de ellos, lo que a veces me alegra. Mi subconsciente es tan mamón que en vez de llevarme junto a George Clooney seguro me trae a Paco Porras y Toni Genil para que hagamos el trío del año. No te preocupes, el mundo parece que todavía no acaba, tienes tiempo para preparar despedidas...
Besos.
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