sábado, 24 de abril de 2010

Mudancita

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Tenía ganas de darle un giro radical a mi vida y he cambiado de sitio los muebles del salón. El salón llevaba días con el aspecto de la Zona Cero pues durante semana y media he disfrutado en casa de la presencia de una cuadrilla de currantes que ha modernizado la paleolítica instalación eléctrica y ha hecho desaparecer una chimenea que solo servía para poner la tele encima pues dime tu a mí qué cojones pinta una chimenea de mentira en un apartamento de veraneo. Respirad. Por la cantidad de polvo que dejaron en casa yo diría que los albañiles quitaron la chimenea limándola con un cortauñas pero por el estruendo que montaron sé que lo hicieron a ostia limpia. Para romper la colosal piedra de mármol negro que hacía de encimera y que no había dios que bajara por la escalera aprovecharon a que yo tuviese el día libre, una buena resaca y ninguna gana de salir de entre las sabanas para acometer la faena de desintegrarla a martillazos hasta convertirla en fragmentos del tamaño de un quark. En pleno fragor de la batalla salí de la habitación para asegurarme de que el ruido lo hacían los albañiles y no los jinetes del Apocalipsis pero cuando salí al pasillo había una nube de polvo negro en la casa que ríete tu del volcán ese así que me volví a la cama, me metí una sobredosis de Espidifen y me puse el “Dúo de las Flores” a todo trapo en los auriculares.
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Como os digo los albañiles ya se han ido y aprovechando que tenia que limpiarlo todo he decidido cambiar los muebles de sitio. Iba a enumeraros los cambios y me he dado cuenta de que solo he cambiado de sitio el mueble del salón y la tele. Parece poco pero a mí me llevó una hora de sudar como un nazareno conseguir mover el mueble de una pared a otra. El cabrón es más viejo que la tos y aunque está hecho de contrachapado el chapado debe ser de uranio enriquecido. Cuando conseguí llegar al otro lado del salón descubrí que los albañiles se habían llevado la conexión de la antena a la otra esquina de la habitación, supongo que suponiendo que ahora que no había donde apoyar la tele era de suponer que esta iría en el mueble, bien supuesto, y supuestamente dando por supuesto que el mueble se quedaría donde estaba, mal supuesto. Por eso he cambiado de sitio la tele. La tengo puesta en una especia de taburete de bar junto a la toma de antena porque paso de volver a mover el mueble.
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El siguiente paso es redecorar un poco la casa y hacerla más mía aunque no sea mía. La decoración actual sigue el patrón arquetípico del piso playero, con sus conchas, sus jarrones con arena y piedras, sus motivos florales y toda aquella figurita o adorno que le han regalado a mi madre a lo largo de su vida y que la mujer ha traído aquí por no tirar a la basura. La mejor pieza de la colección es una perdiz disecada pero también tenemos joyitas como un cuerno de toro, un buda de escayola, una botella forrada con etiquetas de puros, dos colmillos de marfil más falsos que un amigo del facebook grabados con lo que parece ser un resumen del Código de Hammurabi y en la cocina una foto enmarcada de un jamón.
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