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En mi primer día libre he cogido carrerilla para salir escopetado hacia la playa bien prontito. Normalmente la playa me aburre y aguanto poco allí tumbado, más aún si voy solo, pero hoy, después de seis días de hacer algo que casi había olvidado, trabajar, me apetecía pasarme toda la mañana a la bartola. Pertrechado con mi toalla, el protector solar, el periódico con los suplementos dominicales, el mp3, el paquete de Lucky, un par de petas y mi pequeña y cuca neverita llena con dos litros de tinto de verano helado he buscado un sitio no demasiado tumultuoso y he montado el campamento. Me he mojado el culo nada más llegar y después he pasado directamente a tocarme las pelotas. El tinto de verano y lo demás pronto han hecho efecto y he disfrutado de unas horas de playa muy amables. Además he descubierto de manera muy gráfica como funciona exactamente el protector solar. Lo malo de ir solo a la playa es que nadie te unta la cremita y como yo soy de brazo corto ahora tengo un circulo rojo casi perfecto en el centro de la espalda que escuece que no veas. Como fin de fiesta y cuando ya estaba bastante tostao por el sol y el tinto de verano y me hallaba canturreando el "Spaceman" de The Killers un alemán gordo, lechoso y lleno de tatuajes con caracteres germánicos me ha dado en la cabeza con un frisbee. La cosa no ha llegado a más pues el filofascista se ha disculpado amablemente y yo he puesto sonrisa de “no me has hecho daño”. El golpe me ha sacado de mi sopor y he creído que era un buen momento para irme a casa. Como soy un detallista en casita me esperaban medio kilo de langostinos y una etapa de montaña del Tour de Francia. Como remate a tanta felicidad he terminado dando saltos en el sofá al ver como Alberto Contador daba un hachazo en el último puerto, se iba solito para arriba dejando a Lance Armstrong con un palmo de narices, ganaba la etapa y se enfundaba el maillot amarillo. Vaya día.
En mi primer día libre he cogido carrerilla para salir escopetado hacia la playa bien prontito. Normalmente la playa me aburre y aguanto poco allí tumbado, más aún si voy solo, pero hoy, después de seis días de hacer algo que casi había olvidado, trabajar, me apetecía pasarme toda la mañana a la bartola. Pertrechado con mi toalla, el protector solar, el periódico con los suplementos dominicales, el mp3, el paquete de Lucky, un par de petas y mi pequeña y cuca neverita llena con dos litros de tinto de verano helado he buscado un sitio no demasiado tumultuoso y he montado el campamento. Me he mojado el culo nada más llegar y después he pasado directamente a tocarme las pelotas. El tinto de verano y lo demás pronto han hecho efecto y he disfrutado de unas horas de playa muy amables. Además he descubierto de manera muy gráfica como funciona exactamente el protector solar. Lo malo de ir solo a la playa es que nadie te unta la cremita y como yo soy de brazo corto ahora tengo un circulo rojo casi perfecto en el centro de la espalda que escuece que no veas. Como fin de fiesta y cuando ya estaba bastante tostao por el sol y el tinto de verano y me hallaba canturreando el "Spaceman" de The Killers un alemán gordo, lechoso y lleno de tatuajes con caracteres germánicos me ha dado en la cabeza con un frisbee. La cosa no ha llegado a más pues el filofascista se ha disculpado amablemente y yo he puesto sonrisa de “no me has hecho daño”. El golpe me ha sacado de mi sopor y he creído que era un buen momento para irme a casa. Como soy un detallista en casita me esperaban medio kilo de langostinos y una etapa de montaña del Tour de Francia. Como remate a tanta felicidad he terminado dando saltos en el sofá al ver como Alberto Contador daba un hachazo en el último puerto, se iba solito para arriba dejando a Lance Armstrong con un palmo de narices, ganaba la etapa y se enfundaba el maillot amarillo. Vaya día.
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1 comentario:
Se nota que estás contento!! Me alegro muchísimo. Un besazo
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