martes, 26 de mayo de 2009

El Doce

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Hace un par de semanas estuvieron en Madrid los representantes del Comité Olimpico Internacional para ver si estábamos preparados para albergar unos juegos Olímpicos. Nuestro Ilustrisimo Alcalde se encargó de enseñarles todo aquello que pueda mostrar al mundo que Madrid es una ciudad del siglo XXI, entre otras cosas los túneles de la M-30, las nuevas líneas de metro, el Estadio de la Peineta y la Caja Mágica. A un kilómetro escaso de la Caja Mágica se encuentra el hospital Doce de Octubre. Llevo un par de días yendo y viniendo al mismo porque a mi padre le han ingresado para hacerle más pruebas. Ese hospital me es familiar pues cuando yo era un crío mi abuelo se pasó allí metido casi un año y yo me pasé corriendo por esos pasillos demasiado tiempo. Ningún hospital es una fiesta pero este se lleva la palma, es rancio en cada centímetro cuadrado. Más que viejo parece abandonado. No abandonado por la gente, gente hay para aburrir, parece abandonado por la vida. Es tan triste que hasta la maternidad está en otro edificio, para no desentonar. Humedades y desconchones en las habitaciones de los pacientes con suerte, pacientes sin suerte en los pasillos, conductos de ventilación roñosos, palés a tutiplén, colillas por los suelos, muebles rotos dejados en un rincón y olvidados para siempre, uniformes y pijamas raídos por años de roce con las raídas sabanas y mucha mucha sordidez en general. No dudo de la calidad del material médico ni de la profesionalidad del personal del hospital y sé que es uno de los mejores de España en varias disciplinas médicas pero dudo mucho que si un representante del COI se hubiese roto un pie visitando la Caja Mágica le hubiesen llevado al hospital más cercano.
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