Muerto

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Llevo tres días solo en casa y he engordado dos kilos. Lo juro. Se me han juntado los dos en la tripa los muy cabrones. Mi operación bikini va viento en popa, ahora que decido irme de veraneo me sale la lorza. Si a eso le sumamos mi pecho lobo, mi bronceado de sótano y mis complejos creo que voy a tener que ir a la playa con burka. He engordado dos kilos porque lo único que hago es comer y dormir o comer y tumbarme. Eso en cuanto a lo saludable. El calorazo de estos días me viene que ni pintado como excusa para no poner un pie en la calle y malvivir en el sótano. Mojarme el culo en la piscina del patio no solo me da pereza sino que chapotear cual manatí en medio metro de agua bajo la atenta mirada de los albañiles polacos de la obra del vecino me da bastante vergüencilla. Los polacos ya han avistado a la gran ballena blanca un par de veces y afortunadamente no entiendo el polaco pero desafortunadamente en cualquier idioma la gente se ríe igual así que he decidido mojarme el culo solo cuando no haya polacos en la costa, o sea por la noche porque menuda jornada laboral tienen los pobres. En la piscina de mi casa no se puede hacer gran cosa aparte de mojarte, salpicar y hacer el muerto y eso precisamente es lo que hago, cuando me canso de hacerlo en el sótano y llega la noche me meto en el agua, me acomodo entre dos churros de esos de colores que flotan (sin los churros me voy al fondo y hago el muerto de verdad) y me dejo mecer. Si de esta guisa cierras los ojos, metes las orejas en el agua y eres de los que saben relajarse la cosa es lo más parecido a estar en el útero de tu madre, supongo. Para conseguir tal estado de trance se aconseja fumarse con prisas un canuto antes de entrar al útero de tu madre. Yo no sé relajarme y soy más de estar en vilo pero recomiendo esta experiencia a todo aquel que quiera desaparecer del mundo al menos unos segundos…

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