He vuelto al bar de la gente sin alma. Dejar un vicio me esta empujando a otros mucho peores. Bueno, el que empuja es mi indomable carácter vicioso, ¿a quien quiero engañar?
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El otro día me encontré en un bar con un amigo lector de este blog (hola Gustavo........ y hola a ti también Mundo, que bueno que vinisteis) justo cuando yo acababa de sacar tabaco de la máquina y me echó una bronca amable pensando que era el tabaco lo que estaba intentando dejar.....no, no, no os equivoquéis, lo que intento dejar no son los cigarros sino los cigarros de la risa porque más que risas lo único que me daban ya eran penas, agobios, taquicardias y pereza existencial. La cosa es que uno de los efectos colaterales de dejar de estar todo el día en una nube (negra) es que vuelvo a acordarme de mis sueños. Me encantaría contaros que sueño con unicornios alados y bellezones ligeras de ropa pero la verdad es que lo más destacable (y confesable) es que un día he soñado con que era un miembro de la ETA y otro día soñé que me telefoneaba Rajoy para que me hiciese cargo de su campaña. El término medio no es lo mío. No sé que diría Freud de esto pero ahora cada noche me acuesto expectante ante la nueva gilipollez a la que me llevara mi subconsciente. A ver si tengo suerte y esta noche toca la cena romántica con Keira Knightley......
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