Llevo dos semanas yendo a clases de Taekwondo. Si no lo he dicho antes es porque no me fiaba de mi mismo y de mi capacidad de aguante a las patadas ajenas, no quería contaros todo ilusionado que me había apuntado para dos días después tener que contar todo avergonzado que no pensaba volver más. Y por ahora aguanto, aunque soy una maquina de recibir ostias. Me las dan de todos los colores. De hecho hoy he vuelto a ir después de saltarme la clase del miércoles porque no me podía mover después de que el lunes un crio cabrón aprovechase nuestra diferencia de edad para ensayar sin miedo con mis costillas sus patadas de la muerte. Como me daba vergüenza decirle a alguien a quien doblaba la edad que no me diese tan fuerte aguanté como pude la clase y los lagrimones, con unas ganas locas de decirle al maestro que el niño me estaba haciendo daño. Si no llego a llevar peto me saca un pulmón por la boca. De hecho aún me duele horrores y creo que hay algo aquí dentro que no esta en su sitio o lo que es peor, roto. Anyway hoy he vuelto a ir pues si empiezo a faltar mal vamos. El instinto de supervivencia me ha hecho perder la vergüenza, hoy he cogido de pareja a un chavalillo de medio metro y le he advertido que si me daba fuerte en las costillas izquierdas me mataba. Y que no me quería morir. Se ha portado y he sobrevivido. Espero que el dolor remita durante el finde porque el lunes me toca otra vez ración de ostias.
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Además de recibir yo también doy. Mis patadas aún son muy cutreras y más bien parecen coces. Pero sentir mi cuerpecillo retorcerse sudoroso tratando de conseguir algo es mucho más alentador que sentirlo sentado frente al ordenador comiendo Risketos. Y del gimnasio salgo con una paz increible, mezcla de cansancio y desahogo. Además….tengo kimono!!! Madre mía, desde que hace más de veinte años mi padre alquilase Karate Kid en el videoclub de Arevalo yo siempre había querido tener un kimono. Pero nunca me apunté a Karate, me daba vergüenza…soy un poco bolo. Muchísimos años después estoy venciendo el miedo escénico y al fin llevo un kimono puesto. Y un cinturón blanco. Si no me matan antes espero llegar por lo menos a amarillo.
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Alguien ha pretendido robarme la idea de hacer Taekwondo y dejarme como un “culito veo culito quiero” pero puedo demostrar (aquí está la prueba) que a mí se me ocurrió primero. Entrena duro, algún día nos veremos las caras…
Además de recibir yo también doy. Mis patadas aún son muy cutreras y más bien parecen coces. Pero sentir mi cuerpecillo retorcerse sudoroso tratando de conseguir algo es mucho más alentador que sentirlo sentado frente al ordenador comiendo Risketos. Y del gimnasio salgo con una paz increible, mezcla de cansancio y desahogo. Además….tengo kimono!!! Madre mía, desde que hace más de veinte años mi padre alquilase Karate Kid en el videoclub de Arevalo yo siempre había querido tener un kimono. Pero nunca me apunté a Karate, me daba vergüenza…soy un poco bolo. Muchísimos años después estoy venciendo el miedo escénico y al fin llevo un kimono puesto. Y un cinturón blanco. Si no me matan antes espero llegar por lo menos a amarillo.
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Alguien ha pretendido robarme la idea de hacer Taekwondo y dejarme como un “culito veo culito quiero” pero puedo demostrar (aquí está la prueba) que a mí se me ocurrió primero. Entrena duro, algún día nos veremos las caras…
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1 comentario:
el proximo crío que te sacuda le das un guantazo en la boca, que respeten coño!, él sabrá mucho de patadas, cágate en su puta madre
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