martes, 17 de marzo de 2009

Negligencia

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Como no me iba a doler la muela si resulta que el hijo de puta que me hizo una endodoncia hace seis años se dejó una aguja dentro de las raíces de mi muela antes de ponerme el perno y la funda. Cuando he visto la radiografía en el dentista casi me desmayo. Joder, no acierto ni eligiendo dentista. Después del descubrimiento de la pequeña negligencia me he ido a la consulta del dentista empanado que se dejó los aperos en mi boca dispuesto a quemarle el local y sacarle los ojos con una cuchara de madera pero solo he encontrado una tapia de ladrillo y un cartel de “SE VENDE”. Joputa. De todas formas aparte de la aguja de cuatro centimetros olvidada la nueva dentista ha encontrado en mi boca material para reescribir la historia de la medicina dental. Se supone que uno debe de ir un par de veces al año al dentista y claro, si esto te lo pasas por el forro de los huevos al final tienes que ir dieciocho veces el mismo año, que es lo me toca ahora. Tengo una lista de problemas dentales que ríete tú del Código de Hammurabi. Me voy a gastar más pasta en mi boca que la Pantoja en depilarse. Era lo que mi economía sumergida necesitaba. Entre otras cosas necesito:
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Una Ortopantimografia
Cuatro Exodoncias de Cordal
Una Ferula de Descarga
Una Exodoncia Compleja
Cinco Obturaciones de Composite
Una Tartrectomia
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Me asusta todo pero especialmente la última movida. La terminación “ectomia” me suena a cortar algo valioso. Se ponga como se ponga la dentista no pienso bajarme los pantalones.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Con el tiempo te vas dando cuenta de la cantidad de inutiles que hay sueltos por hay. Y lo peor es que tarde o temprano nos cruzamos con alguno.