Soy gitano y vengo a tu casamiento

.

Olé y olé. Después de catorce horas de boda gitana acabo de llegar a casa. Tengo muchas cosas que contar pero estoy hecho polvo. Para saciar vuestra curiosidad os voy a contar la anécdota más morbosa. Eran las doce de la mañana, estábamos en la parcela de los feriantes, aún quedaba una hora para la ceremonia y todo el mundo (menos yo) llevaba un pedo de anís de la ostia. Pues bien, han llegado unos invitados de fuera y nada más bajarse de uno de los coches un tipo parecido al Yeti pero moreno y con más pelo otro de los allí reunidos se ha cagado en su puta madre y acto seguido se ha liado una trifulca de tres pares de cojones. Y cuando digo trifulca me refiero a tipos con la camisa despedazada, puñetazos que sonaban como si tiras un chuleton contra una pared y bates de béisbol cortando el aire. En serio. Obviamente no tengo fotos de esos instantes pues no estaba el horno para bollos y le tengo mucho aprecio a mi cámara y aún más aprecio a mi cara. En ese momento yo solo pensaba que si alguien sacaba una pipa (lo que parecía algo muy coherente viendo la que se había liado) me iba a cagar en los pantalones. La facción del Yeti ha perdido la pelea y se han largado en sus Mercedes bajo una lluvia de piedras. La otra facción (los de la foto de arriba) han seguido con el anís, bebiéndoselo y poniéndoselo en las heridas, madre mía. Cuando he salido del estado de shock me he fumado tres cigarros del tirón y he seguido currando. La boda ha estado genial, ya os contaré, una gente de puta madre (si no te dan con un bate en la jeta) y una fiesta increíble. Me duelen las manos de dar palmas y los pies de taconear. Por cierto, podéis seguir llamándome Miguel pero que sepáis que para mis nuevos amigos soy el "Payo Bueno".

.

Tirarte de rodillas al centro de un corro de treinta gitanos que te jalean mientras te rompes la camisa como Camarón no tiene precio...

.